domingo, 24 de febrero de 2013

País de trincones y de hipócritas


Estos últimos días no hago más que preguntarme ¿pero quienes son los que dirigen este país? A juzgar por los acontecimientos de estos últimos años, parece que los diferentes estamentos de las clases dirigentes son lo más deleznable que ha parido madre. No era bastante que la  corrupción  alcanzara a políticos de todos los colores,  a banqueros y  a empresarios, sino que ahora ya se encuentra en los aledaños, sino en el mismo corazón  de la familia real. Y por otra parte, parece que del rey abajo ninguno se encuentra libre de pecado para tirar la primera piedra, empezando por el juez y el fiscal del caso Nóos .Todos miran para otro lado como si el pueblo llano fuera imbécil y se creyera eso de "por ahora no hay motivo para imputar a la infanta". Acaso es una disminuida psíquica, para afirmar que "pobrecita, no se enteraba de nada"  ¡Pues no, no lo somos! ¡Estamos hartos ya! Queremos que esto cambie y nos estamos echando a la calle para conseguirlo.Las manifestaciones de este fin de semana son un buen ejemplo de ello. 
Vamos a hablar clarito. Nos importa una p... m... que el rey y la reina haga mucho que no se amen. Nos importa una p... m.... que el rey tenga una amiga especial, y además la exhiba en público. Nos importa una p... m... que la infanta Cristina e Iñaki se divorcien o sigan casados per saecula saeculorum. Pero a nadie se le escapa que sí nos importa, y mucho, que personajes y personajillos de todas las elites nos roben a mano armada y además permanezcan impunes. Da igual que se llamen Camps (lo pongo en primer lugar por lo que a mi, como valenciana me toca), Bárcenas, Urdangarín o Perico de los Palotes. 
A la vista del contenido de los correos que Torres reveló en su última declaración, a muchos ha dejado de extrañarnos el hecho de que Urdangarín vuelva a estar  arropado por la familia real aunque sea de una forma un tanto velada. Ahora entendemos mucho mejor las fotos con la reina en Washington, las visitas con fotógrafos en la anterior operación del rey un largo etcétera. 
Solo voy a añadir una cosa más. Mucha gente, entre la cual puedo decir que me ecuentro yo misma, aceptabábamos la monarquía como un mal menor. Algo que si bien no fue exactamente impuesto durante la transición democrática, si venía de alguna manera en lote. Mientras lo único que se tapaba eran las supuestas aventuras extramatrimoniales del rey, no nos molestaba mucho. Pero a la vista de los últimos acontecimientos se ha vuelto una carga insoportable. Está claro que los políticos se pueden considerar un mal necesario, pero la monarquía es una institución absolutamente superflua que cada vez cuenta con menos adeptos y  la familia real, empezando por el propio rey debería tomar buena nota de ello. ¡Viva la república!

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